11 de marzo de 2013

Señores rancios que hablan sobre la crisis.

Hola a todos, queridos bloggeros, me gustaría dejarles una reflexión muy interesante de nuestro colaborador y dibujante, ya conocido por aquí Javier Arroyo. Me parece algo a lo cual deberíamos dedicar todos unos minutos para pensar sobre ello. Voy a evitar hacer ninguna introducción, para presentaros directamente dicho texto publicado en FaceBook.
Enésima señora rancia que me encuentro, esta vez en la frutería, recitando aquello de "es que hay mucha gente que ha vivido muy bien, y claro..."

Dejando de lado el debate: "¿es que acaso no merecemos vivir muy bien?", creo que ya entiendo un poco mejor a la gente rancia. A ellos no les importa que les roben SU (de ellos y de todos) dinero para hacer disparatadas obras públicas, o directamente meterlo en sobres y repartirlo por lejanos despachos. Organizar indecentes fiestas de cumpleaños, viajar en clase "hijosdelagranputa" allende los mares o mandarlo a Suiza, que todo el mundo sabe la falta que les hace a los niños de Suiza.

No les preocupa que a sus hijos les vayan a hacinar en aulas para recitarles el catecismo neoliberal. Y Dios quiera que el mundo siga igual de mal dentro de unos añitos y puedan encontrar salidas laborales con eso que les han enseñado. Tampoco supone un problema grave que la atención sanitaria se les vaya a limitar, o a encarecer, o las dos cosas. Porque ellos saben que la sanidad es una cosa que utilizan los viejos para echar la tarde en vez de morirse y dejar de costar dinero, o los inmigrantes que vienen a quitarnos el dinero en el metro y, si son del este, a robarnos los chalés, para después atascar las urgencias y reirse de nosotros. Así que es mejor que lo hagan más caro y a ellos no les dejen entrar, como en los clubs de los ricos. Porque todo el mundo sabe que si es más caro será lógicamente porque es mejor.

Al rancio de toda la vida le da igual mantener a los depredadores que están por encima de él en la pirámide alimenticia (todo tiene sentido piramidal en la vida del rancio), pero lo que de verdad, de verdad, no puede soportar, es que alguien de su entorno y extracción social se vaya de vacaciones a Cancún o se compre una tele de plasma (por usar un ejemplo que les gusta mucho también a los rancios), con SU (de ellos).

Un buen rancio, pues, siempre ve en una crisis una oportunidad inmejorable para que nadie de su misma clase social destaque por encima de él, y poder así compartir su mediocridad con los demás. Si usted se encuentra con uno de ellos, guarde para usted sus pensamientos, ya que son muchos más de los que creemos, y un movimiento en falso puede desembocar en un aluvión de comentarios imposibles de digerir. Debemos seleccionar muy bien qué pensamientos vamos a compartir con según quién, y dónde los vamos a expresar en voz alta. Me temo que va a ser tiempo de pensar en la intimidad, porque, si la canción del verano es pegadiza y sólo tiene un 37% de mierda, no les digo cómo puede acabar calando en sus cerebros el mensaje rancio de "hemos vivido muy bien y claro", que es mierda pura de la buena.
Feliz vestigios de lunes.
Eva. 

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