Hola a todos, queridos bloggeros, me gustaría dejarles una reflexión muy interesante de nuestro colaborador y dibujante, ya conocido por aquíJavier Arroyo. Me parece algo a lo cual deberíamos dedicar todos unos minutos para pensar sobre ello. Voy a evitar hacer ninguna introducción, para presentaros directamente dicho texto publicado en FaceBook.
Enésima
señora rancia que me encuentro, esta vez en la frutería, recitando
aquello de "es que hay mucha gente que ha vivido muy bien, y claro..."
Dejando de lado el debate: "¿es que acaso no merecemos vivir muy
bien?", creo que ya entiendo un poco mejor a la gente rancia. A ellos no
les importa que les roben SU (de ellos y de todos) dinero para hacer
disparatadas obras públicas, o directamente meterlo en sobres y
repartirlo por lejanos despachos. Organizar indecentes fiestas de
cumpleaños, viajar en clase "hijosdelagranputa" allende los mares o
mandarlo a Suiza, que todo el mundo sabe la falta que les hace a los
niños de Suiza.
No les preocupa que a sus hijos les vayan a
hacinar en aulas para recitarles el catecismo neoliberal. Y Dios quiera
que el mundo siga igual de mal dentro de unos añitos y puedan encontrar
salidas laborales con eso que les han enseñado. Tampoco supone un
problema grave que la atención sanitaria se les vaya a limitar, o a
encarecer, o las dos cosas. Porque ellos saben que la sanidad es una
cosa que utilizan los viejos para echar la tarde en vez de morirse y
dejar de costar dinero, o los inmigrantes que vienen a quitarnos el
dinero en el metro y, si son del este, a robarnos los chalés, para
después atascar las urgencias y reirse de nosotros. Así que es mejor que
lo hagan más caro y a ellos no les dejen entrar, como en los clubs de
los ricos. Porque todo el mundo sabe que si es más caro será lógicamente
porque es mejor.
Al rancio de toda la vida le da igual
mantener a los depredadores que están por encima de él en la pirámide
alimenticia (todo tiene sentido piramidal en la vida del rancio), pero
lo que de verdad, de verdad, no puede soportar, es que alguien de su
entorno y extracción social se vaya de vacaciones a Cancún o se compre
una tele de plasma (por usar un ejemplo que les gusta mucho también a
los rancios), con SU (de ellos).
Un buen rancio, pues, siempre
ve en una crisis una oportunidad inmejorable para que nadie de su misma
clase social destaque por encima de él, y poder así compartir su
mediocridad con los demás. Si usted se encuentra con uno de ellos,
guarde para usted sus pensamientos, ya que son muchos más de los que
creemos, y un movimiento en falso puede desembocar en un aluvión de
comentarios imposibles de digerir. Debemos seleccionar muy bien qué
pensamientos vamos a compartir con según quién, y dónde los vamos a
expresar en voz alta. Me temo que va a ser tiempo de pensar en la
intimidad, porque, si la canción del verano es pegadiza y sólo tiene un
37% de mierda, no les digo cómo puede acabar calando en sus cerebros el
mensaje rancio de "hemos vivido muy bien y claro", que es mierda pura de
la buena.
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